Cada día es más común celebrar una ceremonia civil. Esto nos permite dar un aire nuevo a este momento tan emotivo, pero hay distintas formas de hacerlo: Están el juez, el concejal o alcalde de tu ayuntamiento. Suelen ser ceremonias bastante frías, en algunas ocasiones os casa el concejal que le toca casar ese día y en muchos casos, la mayoría, no nos permiten ni decorar el salón, ni tiene capacidad para que entren todos nuestros invitados, por lo que se convierte en justamente todo lo contrario a lo que habíamos imaginado para el día de nuestra boda.

Así, son muchas las parejas que acuden al ayuntamiento o registro civil, en el que el concejal nos lee los artículos de la constitución española en relación a lo que debe ser la unión matrimonial entre dos personas y se realiza la firma junto con dos testigos. Esto era poco admitido por las familias que venían de la costumbre de matrimonios religiosos, encontrarse con una situación tan fría, en un pequeño salón, sin ninguna decoración, un señor con traje leyendo unos textos y en cuanto se terminaba en apenas unos pocos minutos, había que desalojar la sala.
Así surge la figura del oficiante de ceremonias civiles que realiza una representación de la boda tal como si os estuvierais casando por primera vez y si alguien le pregunta al oficiante, podrá decir que es juez o concejal, lo que hayáis dicho a vuestros invitados. Y ahora, aunque esto se sigue haciendo, si no queremos que acudan nuestros invitados a esta unión tan sobria, en el salón del ayuntamiento, simplemente acudimos a la firma con nuestros testigos y en el día que hemos elegido nuestra celebración hacemos otra ceremonia civil con todo tipo de detalles y ornamentos, nos permitimos una decoración personalizada, un gran exorno floral, la moqueta a nuestro gusto, el altar de diseño y todo lo que conlleva la ceremonia.
¿Pero quién oficia la ceremonia?

Si pensamos en todos estos detalles, no deberíamos dejar en manos de un amigo o familiar un momento tan exclusivo y emotivo. Sería en primer lugar ponerlos en un aprieto, puede llegar a ser tenso, podrían fallarle los nervios y acabar todo en un pequeño desastre.
Si por otro casual fuera una persona sin esos nervios y más bien tuviera desparpajo para tal efecto, tampoco quedaría bien ante los invitados, puesto que, pudiera darle un efecto de broma o de falta de seriedad, y podría arruinar la ceremonia, no en vano es el momento más importante de la boda.
Otro motivo para no elegir a un familiar o amigo, es que todos los invitados sabrán que se trata de una representación, que no os estáis casando realmente y la ceremonia perdería su sentido y el motivo de la celebración en sí.

Por estas razones, nosotros recomendamos contratar a un oficiante de ceremonias profesional, con amplia trayectoria y experiencia, cuya experiencia pueda ser contrastada e incluso hacernos una demostración y esté dispuesto a un ensayo unos días antes si los novios lo requieren. Un profesional deberá saber aconsejaros sobre el texto en las reuniones que deberéis tener para conoceros y poder tener esa empatía que corresponde a un momento tan emotivo e importante, deberá emocionar a los invitados y por supuesto a los novios, puede incluso acordar con los novios los votos en secreto y con ello llevar la ceremonia a un momento sublime que todos recordarán para siempre. Nadie tiene porque apreciar si la boda es real o ya estáis casados el oficiante podrá pasar por juez, concejal o alcalde conocido de los novios y nadie notará la diferencia, sólo disfrutarán de una ceremonia única.